Wednesday, April 16, 2014

Racismo, Capitalismo, y Dignidad Humana

Cuando nacemos, de algo de lo que estamos seguros es que no sabemos por que caminos nos llevara la vida o que obstáculos y dificultades tendremos que vencer. Día a día es un diario luchar entre nuestros pensamientos, deseo y las ideologías raras que la sociedad desarrolla. Yo en particular nací en El Paso, Texas en los Estados Unidos de America. El Paso está situado en el lejano oeste de Texas a lo largo del río Grande, y es frontera con Ciudad Juárez, Chihuahua, México. El Paso es también la ciudad donde se encuentra la sede de Fort Bliss. Fort Bliss es un puesto del ejército de Estados Unidos. En este puesto de la milicia, los soldados trabajan, entrenan y viven. Dada las circunstancias, El Paso se ha convertido en una ciudad muy multicultural pero está dominada principalmente por hispanos o mexicano-americanos.
 En mi caso, yo soy uno de ellos. He crecido y pasado la mayor parte de mi vida hablando español con mi familia. La otra parte de mi vida la he pasado en la escuela hablando ingles, esto siempre con el miedo de que las personas se burlen de mí por tener un acento o por no pronunciar perfectamente las palabras. Más sin embargo, gracias a Dios pude aprender ambos idiomas y ahora soy una persona letrada tanto en ingles como en español. Es importante mencionar, que yo nunca en mi vida e vivido o estudiado en México. Es mas, si llegara a cruzar la frontera para visitar Ciudad Juárez, Chihuahua, yo me perdería por que son escasas las veces que he lo he hecho. A pesar de esta realidad, yo me considero y soy considerada una persona hispana o México-Americana.

Se preguntaran por que escribo todo esto, pues bien, les diré por que. En Agosto del año 2013 decidí entrar al seminario en la Diócesis de El Paso, Texas para discernir una vocación al sacerdocio, esto confiado en que el seminario de esta diócesis seguiría el protocolo de que los nuevos integrantes permanecerían en esta casa de formación un año entero. Pero ese no fue mi caso, yo estaba estudiando para maestro en la Universidad de Texas en El Paso y cursaba en mi último año como estudiante de licenciatura y por lo tanto iba un poco avanzado en mis estudios. Al rector del seminario y al obispo de mi diócesis se les hizo bien acortar mis estudios de maestro para que empezara rápidamente con los estudios filosóficos y poder ser ordenado un año más temprano en caso de que se llegase a dar mi ordenación. Fue entonces cuando me notificaron que seria transferido de seminario y que tenía dos semanas para completar la aplicación de admisión. Para mi fue impactante recibir esta noticia mas sin embargo pude cumplir con los requisitos.
Termine mi primer semestre de formación en el Seminario de El Paso y en menos de una semana ya estaba viajando a Conception, Missouri para iniciar una nueva etapa en mi proceso de formación y esto apenas al inicio de mi segundo semestre como seminarista. El llegar a esta escuela que lleva por nombre Conception Seminary College o “Colegio de Concepción para Seminaristas” fue un poco difícil las primeras dos semanas ya que era mi primer experiencia estando lejos de mi familia, amigos y vida parroquial; pero pude adaptarme muy rápidamente. Otro cambio radical fue venir de una ciudad donde viven más de 670,000 personas a un pueblito donde solamente viven aproximadamente 200 personas.
Al pasar el tiempo, me sentí y atraído y enamorado por el sistema de esta escuela y este seminario. Mi relación con Dios se fortaleció increíblemente. Sentía como la llama de Dios ardía dentro de mí llamándome a ofrecer de mi tiempo, dones y talentos para los necesitados y el pueblo de Dios. Pero este sentimiento de plenitud pronto se desapareció al descubrir la triste realidad de este seminario. En realidad es tan triste ver como nos quejamos de la sociedad y del mundo donde vivimos pero no nos damos cuenta que tenemos que ir a la raíz de todos los problemas y enseñarle a nuestros hijos valores, morales y como ser mejores personas. Tenemos también que mejorar el sistema educativo pues es en la escuela donde nuestros hijos pasan el mayor tiempo de su vida. Hoy en día las escuela y el sistema educativo se encuentra corrompidos y solo buscan su propio interés y reconocimiento. Promueven, prometen y dicen ser el cambio pero es totalmente lo contrario. Hoy en día hay escuelas podridas por dentro con muy pocos recursos educativos, sin un ambiente multicultural, y sin métodos propicios para alentar a sus estudiantes a esforzarse y desarrollar esos dones y talentos que Dios les ha dado.
El Colegio de Concepción bajo el mando de Monjes Benedictinos me ha dejado descubrir las limitaciones e imperfecciones de la iglesia a la cual amo. La iglesia Católica. Pero precisamente por que la amo, la reprendo, con esperanza de mejorar y santificar aquellas cosas que aun pueden ser mejoradas. Nosotros, vivimos en un mundo que es muy diverso. Tenemos aproximadamente 196 países sobre la tierra y todos ellos tienen costumbres y cultura diferente. No podemos esperar que todas las personas en el mundo sean iguales o permanezcan en un mismo lugar o en un país por el resto de sus vidas. Somos seres humanos y nuestra tendencia es estar dispersos por diferentes partes del mundo, pero parece que los monjes y directivos de esta escuela no se han dado cuenta de esta realidad o se han quedado atrapados en una era del tiempo donde el racismo y la desvalorización de la dignidad humana aun predominan. Miran a uno como un insecto o bicho raro por tener un color de piel diferente, por llevar un nombre hispano o por hablar ingles con un acento que por más notable que sea no impide la comunicación.
Ahora supongamos que digo la palabra "extraterrestre" ¿Qué es en lo primero que pensarías o cual seria la primer cosa que se te viene a la mente? Pensarías en una criatura extraña o pensarías tal vez en la persona a tu lado. Vamos a dejar a un lado esas imágenes de ficción y ser realistas por un momento. Meditemos acerca de la forma en la que podemos ver o categorizar a las personas. Muchas veces miramos a una persona y es como si estuviéramos viendo a alguien o algo fuera de este mundo. Y es en mi opinión el problema de los monjes y la escuela de Concepción. Nosotros los seres humanos tendemos a crear razas, nacionalidades, etnias y estereotipos. Tendemos a ser de menos a las personas que creemos son inferiores a nosotros, pero H. G. Wells, un escritor inglés dice una frase increíble que nos deja pensando y nos pone a reflexionar. Él dice: "nuestra verdadera nacionalidad es la humanidad". El comparte la misma idea que Margaret Atwood, una escritora canadiense que dice: "Espero que las personas finalmente se den cuenta de que solo hay una raza - la raza humana-y que todos somos miembros de ella".
            Todo esto me hace pensar en la cuestión de cómo se formaron los Estados Unidos de America. Los Estados Unidos fueron formados por muchas personas que llegaron de otras partes del mundo queriendo escapar la persecución religiosa y por consiguiente establecieron las trece colonias. Entonces los españoles en México, buscando maneras de ampliar sus tierras también llegaron hasta Paso Del Norte, lo que es ahora El Paso. En realidad, todos somos inmigrantes en este país. Las únicas personas que en realidad podemos decir que estaban aquí antes que los demás, fueron los nativos americanos, y ni a ellos fuimos capaces de respetar. Creo que es increíble cómo un país que es tan orgulloso y que predica la libertad por todas partes de el mundo puede hacer exactamente lo contrario al esclavizar y suprimir a un grupo de personas que solo están interesados en aprender, y sobresalir en un país extraño, lejos de sus familias y seres queridos.
            Lamentablemente, lo que causa más indignación de todo esto, es que el racismo y la desvalorización de la persona humana se han metido a lugares inimaginables como lo son escuelas/universidades católicas como la de Concepción. Uno pensaría que en una escuela religiosa, aislada de la sociedad, donde viven monjes en un monasterio y en donde se promueve la oración la mayor parte del día, se encontraría más tolerancia y aceptación pero ha sido totalmente lo contrario. Los monjes como pavo reales con alas extendidas alimentan su ego y se jactan de ser una congregación superior y de poder dentro de la iglesia católica y mas aun de estar dentro del gran país de Estados Unidos.
            Hacen ver a los hispanos provenientes de México, Guatemala y otros países de habla hispana como ignorantes, sucios, in culturizados, vulgares y simplemente inferiores a ellos. Hacen también presunciones y hacen parecer a los hispanos como narcotraficantes dispuestos a vender droga. Pero que podíamos esperar si detrás del racismo siempre hay un egoísmo económico que primero se camufla con teorías y cuando estas fallan, con violencia. Detrás del racismo solo hay explotación. No se les hacen ascos a los ricos de otras razas. Pero lo que pasa en esta escuela es solo un ejemplo de lo que viven muchas otras personas en Estados Unidos y en otras partes del mundo. Es un reflejo vivo de un país y una sociedad totalmente corrompida y que se revuelca como marranos en el dinero y el capitalismo. Es una imagen de una sociedad que trata a las minorías y a los pobres como cucarachas; insectos insignificantes que fácilmente se mantienen debajo del zapato suprimidos por aquellos que con dinero y poder luchan por incrementar sus posesiones y reconocimiento.
            Es por eso que su Santidad el Papa Francisco habla fuerte y claro en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium donde dice: “2. El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado.”
Mas tarde el Santo Padre en la misma Exhortación Apostólica habla aun mas contundentemente diciendo: “53. Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes».”
Esta sociedad capitalista de exclusión e iniquidad es la misma que ha perdido aquellos valores y morales que antes se poseían. Es la sociedad que clama libremente una revolución sexual sin freno para después con el uso de anticonceptivos, promover otra cultura mas decadente como lo es la cultura de la muerte que incluye abortos, eutanasia y pena de muerte. El sacerdote Jesuita, Anthony de Mello, un día dijo: “Si miras un árbol y ves un árbol, no has visto un árbol. Si miras un árbol y ves un milagro, entonces has visto un árbol.”. Esto fácilmente se conecta con el tema del respeto a la vida, pero para hablar de ese tema, primero tenemos que lograr reconocer que el ser humano es mucho más de lo que vemos. Es ser humano es realmente un ser hermoso e inigualable que proviene del mas grande milagro que pudiese existir. Si para ver un árbol, necesitamos saber que estamos viendo un milagro, pues para ver un ser humano necesitamos saber que estamos viendo un milagro y mas aun a un ser creado a imagen y semejanza de Dios.
Para hablar del tema del respeto a la vida, creo que es conveniente mencionar que toda vida es valiosa. Aun el peor de los criminales tiene que ser tratado con respeto. Si no logras reconocer que la vida es sagrada ya sea desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, no tiene caso seguir leyendo. Pero si crees en esto te invito a que no solo luches por defender la vida sino a apoyarla. No puedes pararte afuera de las clínicas de aborto y no apoyar a esas jovencitas con pañales, comida o ropa para bebes. No puedes decir no a la eutanasia y no visitar al enfermo. No puedes decir no a la pena de muerte si día a día matas a tu hermano con críticas y palabras.
Es por esto que la dignidad de la persona humana es tan importante. Es por eso que el racismo, la discriminación, el egoísmo, el capitalismo, la exclusión y la iniquidad son cosas tremendas que denigran a la persona y muchas veces las hacen sentir como basura. Incluso dentro de las escuelas se ve esto, incluyendo el Colegio de Concepción para seminaristas. Hoy en día la dignidad y el valor de los estudiantes es medida conforme al grado de un examen. ¿Cuándo entenderemos que para mejorar tenemos que cambiar de pensar? Yo por lo tanto, no apruebo un sistema educativo que muestra una ideología retrograda y que hace sentir a muchos estudiantes excluidos, y desvalorados. No apruebo una ideología de una escuela desaculturada. No apruebo las escuelas con falta de recursos escolares o tecnológicos y no apruebo que les pongan a los estudiantes el grado de un examen estandarizado
Yo invito a los monjes benedictinos, a mí amada iglesia católica y a todas las personas del mundo entero a que luchemos juntos para mejorar este mundo donde vivimos. Este mundo que en veces parece estar de cabeza. Los invito a que luchemos juntos para mirar a Cristo en todas las personas que veamos y de esta forma no seguir promoviendo ideas erróneas como el racismo y la desvalorización humana. Invito a todos a promover la dignidad humana. Y a luchar por la vida, pues todos merecemos la vida. Bien lo decía la cantautora Argentina, Eladia Blázquez: “Merecer la vida no es callar y consentir tantas injusticias repetidas… Es una virtud, es dignidad y es la actitud de identidad mas definida.”