Monday, June 13, 2016

Paz, paz en el mundo...


El pasado primero de junio en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) se registro un homicidio-suicidio. En Chiapas y Oaxaca los enfrentamientos entre maestros reprimidos y federales no se calman. El 10 de junio del año presente (2016), la cantante Christina Gimmie quien fue participante del programa “La Voz” en Estados Unidos, fue asesinada al terminar un concierto en la ciudad de Orlando, Florida. Esta es la misma ciudad en la cual dos días después el domingo 12 de junio, 50 personas fueron asesinadas en un centro nocturno.

Lo peculiar de este centro nocturno, o lo que nos debería llamar la atención es que en este antro se congregan personas atraídas al mismo sexo. Desafortunadamente, en el internet y en las redes sociales, se han desatado un sinfín de comentarios que en lugar de apoyar y orar por las víctimas y sus familiares, hasta parece que se alegran por lo sucedido. Los juzgan y los condenan por ser seres “aborrecibles” ante los ojos de Dios.

Aquí tenemos que tener en cuenta muchas cosas. Primeramente, personas atraídas al mismo sexo son personas valiosas y con una dignidad como cualquier otra persona. Y la segunda, es que Dios ama a esas personas como a cada ser humano.

Comúnmente se dice: “Dios ama al pecador mas no su pecado.”

Hablemos directo... el tema de la homosexualidad es uno de los temas que desata más odio y rencor en los cristianos.

Condenamos, criticamos, juzgamos y básicamente tomamos el papel de Dios al condenar a personas homosexuales al infierno. Pero nos olvidamos de que predicamos que "Dios es amor".
Vamos por el mundo diciendo y diciendo "Juan 3:16" pero vivimos enfocados en el crujir y rechinar de dientes.

Para nadie es un secreto que personas homosexuales por más que quieran o intenten, no pondrán engendrar. Y para nadie es un secreto que no puedes construir un mueble ni con dos tornillos ni con dos tuercas. Siempre necesitaras un tornillo y una tuerca. Uno es complemento del otro pero no por eso, nos podemos creer superiores a ellos y discriminarlos y rechazarlos.

La verdad es que en las redes sociales se ven comentarios en los cuales hay personas que hasta dicen que estos actos son obra de Dios porque Dios aborrece a las personas atraídas al mismo sexo. Es simplemente triste…

Ni fue Dios, y ni está bien matar. Y tampoco está bien comparar homicidios o ataques terroristas o enfrentamientos. Cada ataque es particular y cada ataque contiene su propio duelo…

Digo esto porque también ha habido personas que comparan el ataque de Orlando con el ataque de Garissa, Kenia ocurrido en el Abril del 2015.

Esto no puede ser. Que los medios de comunicación hablen más de un ataque que de otro está mal pero tampoco está dentro de nuestro control el contenido que pasan en las noticias. Así que compararlos y decir que uno es de mayor importancia que el otro es absurdo.

Lo que deberíamos decir es que cualquier ataque está mal.

No más famosos asesinados, no mas ataques en escuelas, no mas gobiernos opresores, no más cristianos perseguidos y matados, no más ataques a personas de cualquier raza, clase, religión, orientación sexual, lugar de origen, discapacidad, o color de piel.


Este escrito no es para tomar posiciones a favor de alguien o ponerme en contra de ciertas personas, este escrito es un llamado de paz.

¡¡Ya, ya basta!! No más muerte, no más peleas, no más violencia, no más guerras, no más armas.

Paz, paz en el mundo. Amor, tolerancia, comprensión, amabilidad.

Dejemos de pelear, dejemos de criticar, seamos tolerantes.

Cuidémonos los unos a los otros, reconozcamos que todos somos hermanos.

Todos estamos en un mismo mundo buscando ser felices… Trabajemos para hacer de él un mejor lugar donde vivir.


“La Iglesia nada ama tanto como la paz y la fraternidad entre los hombres y, por ello, trabaja incansablemente en su consecución. A tal propósito, recordábamos los graves deberes de quienes ostentan la responsabilidad del poder. Y añadimos: "Que ellos, con la mano en el pecho, escuchen el grito angustioso que, desde todos los puntos de la Tierra, niños inocentes y ancianos, individuos y comunidades, elevan al Cielo: ¡Paz, paz!

Nos renovamos hoy esta solemne apelación. Nos suplicamos a todos los gobernantes que no permanezcan sordos a este grito de la Humanidad. Que hagan cuanto esté de su parte para salvar la paz; así evitarán al mundo los horrores de la guerra, cuyas terribles consecuencias nadie puede prever.

Que ellos continúen tratando, ya que tal actitud leal y abierta tiene un gran valor como testimonio para la conciencia de cada uno y también ante la Historia. Promover, favorecer y aceptar negociaciones a todos los niveles y en cualquier tiempo es una medida de sabiduría y de prudencia que atrae las bendiciones del Cielo y de la Tierra.

Que todos nuestros hijos, que todos aquellos que llevan sobre sí el sello del Bautismo y se nutren con la esperanza cristiana; que todos cuantos, en fin, nos están unidos por la fe en Dios asocien sus plegarias a la nuestra para obtener del Cielo el don de la paz: de una paz que no será verdadera ni durable si no está basada en la justicia y en la equidad. Y que a todos los artífices de esta paz, a todos los que con un corazón sincero se esfuercen por el verdadero bien de la Humanidad vaya la amplia bendición que, con amor, les concedemos en nombre de aquel que quiso ser llamado "Príncipe de la Paz".”