"Les quiero pedir un
favor: caminemos juntos todos, cuidémonos los unos a los otros, cuídense entre
ustedes, no se hagan daño; ¡Cuídense! Cuídense la vida, cuiden la familia,
cuiden la naturaleza, cuiden a los niños, cuiden a los viejos. Que no haya
odio, que no haya peleas. Dejen de lado la envidia y no le saquen el cuello a
nadie; Dialoguen, que entre ustedes este deseo de cuidarse vayan creciendo en
el corazón y que la virgen los bendiga mucho, que ella como madre los cuide y
por favor, no se olviden de este obispo, que está lejos, pero los quiere mucho:
recen por mí” – Papa Francisco
Thursday, December 17, 2015
Wednesday, October 7, 2015
El Cielo en El Infierno
El
Cielo en El Infierno
Por:
Andres R. López
Para muchos estudiantes sin importar
el nivel educativo en el que se encuentren, la escuela puede ser considerada
como un infierno. Charlas, trabajo, lecturas, presentaciones, tarea y más
tarea. Todo esto forma parte de la vida de un estudiante. Afortunadamente, aquí
en la Universidad de Texas en El Paso, se encuentra el cielo en el infierno. El
Centro Newman de la Pastoral Universitaria Católica está localizado en el
número 2230 de la calle Oregón. Fue establecido en UTEP en el año 2009 por la Diócesis
Católica de El Paso, y su misión es servir a los estudiantes, profesores y
empleados de la universidad en su jornada de por vida para profundizar en la
fe. Según Fray Andres Martínez, sacerdote de la orden de los Franciscanos
Conventuales y capellán del Centro Newman, ellos consisten de un personal
conformado por 3 personas. Estos incluyen: dos secretarios y el como sacerdote.
La Pastoral Universitaria Católica, también es una organización oficialmente
registrada dentro de la universidad y asimismo es dirigida por oficiales
estudiantiles que administran la asociación escolar.
Según la Diócesis de El Paso en su página
oficial de internet, La Pastoral Universitaria Católica promueve la visión de
la iglesia para un nivel académico superior y la misión por una acción enfocada
en la justicia social. Ellos también afirman que los agentes incorporados en
las prácticas académicas son la eucaristía, la oración, el estudio, el servicio
y el estímulo por relaciones amigables en las cuales se forme una comunidad. El
Centro Newman ofrece misas todos los miércoles a las 12:30pm y todos los
domingos a las 6:00pm. Ellos también ofrecen el sacramento de la reconciliación
sin cita o con cita, algo de lo cual estudiantes toman ventaja porque no tienen
que perder horas de tiempo haciendo largas filas para entrar al confesionario
en sus respectivas parroquias.
Yuliana Cardoza estudiante de UTEP participa de la misa los domingos y nos dice refiriéndose al centro católico de UTEP: “es muy importante porque después de una semana larga de escuela es bonito venir y alabar al Señor”. Ella como muchos otros estudiantes afirma la importancia del CCM (Catholic Campus Ministry) en su vida. Carlos Ramon do Nascimento Brito un estudiante internacional en UTEP proveniente de Brasil nos dice que el CCM es un lugar para el en el cual descubre a Dios no solo en sus pensamientos, sino que en realidad lo puede sentir, saborear. Él dice que aquí puede compartir del amor que Dios le da con otros. Esa es su misión en la vida, descubrir el amor de Dios en las cosas que le ocurren día con día. David Valenzuela otro estudiante de la universidad, también habla sobre la importancia del centro católico en su vida y dice: “Me ayuda a servir más, no solo a la comunidad sino también a los jóvenes. Me ayuda a estar activo y crecer en mi fe católica.” A David le gusta participar de la pastoral universitaria porque dice que es un ambiente sano donde siempre hay algo divertido que hacer, todo relacionado con la fe y el amor.
Sandra
Sánchez oficial estudiantil de la organización nos dice que ella va al centro
católico todos los días y que le gusta porque le ofrece una comunidad en la
cual puede compartir su fe y que le da diferentes oportunidades para servir a
su comunidad. Respecto a lo que se hace en el centro católico de UTEP y los
servicios que se ofrecen, Sandra dice:
“El centro
católico ofrece 3 tipos de eventos.
- Espirituales-
que son misas, horas santas y platicas.
- Sociales-
que son game night, Sunday Funday,
White Sands Mass
- Social Justice-
Servicios a la comunidad”.
Aunque
la mayoría de los estudiantes entrevistados están de acuerdo el que el Centro
Newman de la Pastoral Universitaria Católica en UTEP ofrece recursos excelentes
para el crecimiento de su fe, muchos de ellos también están acordes en que el
centro tiene cosas en las cuales pudiera mejorar. Básicamente a ellos les
gustaría ver un crecimiento del establecimiento en el cual pudiera haber una
expansión del centro y por consiguiente pudieran tener más espacio. Otra cosa
en las cuales ellos piensan se debería trabajar, es el la promoción del CCM por
el campus. Sandra dice: “Me gustaría que vinieran más estudiantes y que se
aprovecharan de las oportunidades que tenemos para ellos”. Fray Andy nos dice
que el Centro Newman recibe aproximadamente entre 75 a 80 personas por semana.
Una cifra moderada para una universidad cuya populación según la página de la
escuela fue de 23,079 estudiantes
en el otoño del 2014.
Por ahora, la visión a futuro del centro
católico de UTEP según Fray Andy es el crecer en actividades espirituales por
medio de eventos y formación. Su mayor satisfacción como capellán de la
universidad de Texas en El Paso es ver a tantos jóvenes comprometidos con su fe
y deseosos de asistir al sacramento de la confesión y a misa. El reto es el no
tener suficiente tiempo para todos los estudiantes y demás personas que asisten
al centro universitario.
El Centro Newman de la Pastoral Universitaria
Católica en la Universidad de Texas en El Paso es un lugar de vital importancia
en la vida de los estudiantes y ofrece servicios y recursos elementales en los
cuales ellos pueden crecer en su fe y servir mejor a la comunidad. Aunque
enfrentan desafíos mínimos como lo es la promoción y expansión del
establecimiento, ellos como organización están comprometidos a llevar la
evangelización a la vida académica de la universidad. Si alguien desea
contactarse con ellos, su número de teléfono es el (915) 838-0300 y su horario
de servicio es de lunes a viernes de 9:00pm a 4:00pm muchas veces expandiéndose
hasta las 6:00pm
Tuesday, July 21, 2015
Perdonar es vivir...
Érase
una vez, dos monjes zen que caminaban por el bosque de regreso a
su monasterio.
En su camino
debían de cruzar un río, en el que se encontraron llorando una mujer
muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía miedo.
– ¿Que sucede? –
le preguntó el monje más anciano.
– Señor, mi
madre se muere. Está sola en su casa, al otro lado del río y no puedo cruzar.
Lo he intentado – siguió la mujer – pero me arrastra la corriente y nunca
podré llegar al otro lado sin ayuda. Yo ya pensaba que no volvería a verla
con vida, pero han aparecido ustedes y me pueden ayudar a cruzar…
– Ojalá
pudiéramos ayudarte – se lamentó el más joven. Pero el único modo posible
sería cargarte sobre nuestros hombros a través del río y nuestros votos de castidad
nos prohíben todo contacto con el sexo opuesto. Lo lamento, créame.
– Yo también lo
siento- dijo la mujer llorando desconsolada.
El monje más
viejo se puso de rodillas, y dijo a la mujer: – Sube.
La mujer no
podía creerlo, pero inmediatamente cogió su hatillo de ropa
y montó sobre los hombros del monje.
Monje y mujer
cruzaron el río con bastante dificultad, seguido por el monje joven. Al llegar
a la otra orilla, la mujer descendió y se acercó con la
intención de besar las manos del anciano monje en señal de agradecimiento.
– Está bien,
está bien- dijo el anciano retirando las manos. Por favor, sigue tu
camino.
La mujer se
inclinó con humildad y gratitud, tomo sus ropas y se apresuró por el
camino del pueblo. Los monjes, sin decir palabra, continuaron su marcha al
monasterio… aún tenían por delante diez horas de camino.
El monje joven
estaba furioso. No dijo nada pero hervía por dentro.
Un monje
zen no debía tocar una mujer y el anciano no sólo la había tocado,
sino que la había llevado sobre los hombros.
Al llegar al
monasterio, mientras entraban, el monje joven se giró hacia el otro y le
dijo:
– Tendré que
decírselo al maestro. Tendré que informar acerca de lo sucedido. Está
prohibido.
– ¿De qué estás
hablando? ¿Qué está prohibido? -dijo el anciano
– ¿Ya te has
olvidado? Llevaste a esa hermosa mujer sobre tus hombros – dijo aún
más enojado.
El
viejo monje se río y luego le respondió:
– Es cierto, yo
la llevé. Pero la dejé en la orilla del río, muchas aldeas atrás. Sin
embargo, parece que tú todavía estás cargando con ella…
¿Alguna vez te has preguntado que
llevas cargando en tu corazón? ¿Alguna vez te has preguntado que es aquello que
te perturba y no te deja vivir feliz? Sabes, muchas veces vamos caminando por
la vida sin darnos cuenta que llevamos muchas heridas en el corazón y ni cuenta
nos habíamos dado. A veces cargamos con tantas
cosas del pasado, a veces cargamos con tanta culpa, resentimiento, odio,
envidia, y rencor. Cargamos con tantas y tantas cosas tan grandes y pesadas,
que dejamos a un lado tantas cosas buenas y positivas que hay en nuestra vida.
Vivimos frustrados, cansados y amargados. Vivimos juzgando, criticando y
maldiciendo a otros porque no hemos sido capaces de perdonar. Vivimos enfermos
de odio y rencor y por consecuencia, vivimos enfermos del cuerpo y el espíritu.
Perdonar no significa olvidar. Perdonar significa recordar sin dolor. El no
perdonar es vivir constantemente lastimándonos a nosotros mismos. Es como si viviéramos
constantemente flagelándonos. Nos lastimamos y lastimamos y hacemos de nuestra
vida un eterno vía-crucis.
La falta de perdón en la vida del
ser humano en mi opinión es la causa de tantas muertes tempranas y tantos ataques
del corazón que resultan letales. La falta de perdón en nuestras vidas nos
esclaviza y nos encarcela e impide que podamos llamarle a la vida, vida. Vamos
caminando como muertos vivientes en una mera supervivencia biológica que cada
vez más y más nos mata por dentro. Dejemos a un lado nuestro ego lastimado y decidámonos
a perdonar. El perdonar es liberar a un prisionero de una celda en la que ha
durado encerrado por años y años. El perdonar es liberar a un prisionero que ha
durado encerrado incluso por siglos, tal vez. El perdonar es liberarte a ti que
eres ese prisionero.
Yo no sé quién te ha lastimado, yo
no sé quién te ha herido. Tal vez un chico o una chica de la que te enamoraste
y no te correspondió. Tal vez te enamoraste de alguien y te engaño yéndose con
alguien más. Tal vez te sientes lastimado o lastimada porque un ser querido a
quien amabas tanto se adelantó en el camino y falleció. Tal vez tu papá o tu
mamá te pegaron o te ofendieron cuando estabas pequeño/a. Cuantas veces
anhelaste un beso, un abrazo o una caricia y nunca hubo alguien quien te
escuchara. Tal vez te has sentido solo/a y sin ningún apoyo. Tus hijos
crecieron y te han abandonado. Incluso tal vez hasta el cura de la parroquia te
ha ofendido. ¿Alguien te golpeo? ¿Alguien hablo mal de ti? ¿Cuándo estabas pequeño/a
nadie quería jugar contigo? Tal vez te sientes lastimado/a porque alguien abuso
de ti tanto física como sexualmente. Tal vez alguien abuso de ti con palabras
hirientes. Tal vez sientes que Dios se ha olvidado de ti. Tal vez sientes que
no te escucha y que no te ama. Tal vez hasta pienses que Dios ni existe. No lo sé.
Quizá sientes que eres tú quien se ha olvidado de él o quien lo ha traicionado.
Muchas otras quisieras tenerlo enfrente para reclamarle, escupirle y echarle en
cara tanas cosas malas que te han pasado. Pero respiras profundo y te das
cuenta de cuanto te ama.
Llevamos tantas heridas en nuestra
vida y en nuestro corazón que se nos hace difícil perdonar o creer en el perdón.
Necesitamos un abrazo de paz, y amor que nos haga olvidar cuanto dolor tenemos
dentro. Yo te invito a que te pares frente a un espejo y te perdones primero a
ti mismo o a ti misma. Reconcíliate contigo. Perdónate todos los errores que
hayas cometido en el pasado y perdónate por todos los errores que cometerás en
el futuro. Acéptate cómo eres, no desees el cuerpo ni la apariencia física de
alguien más. Reconoce ya que eres perfecto o perfecta. No hay nadie más como tú
en este mundo. Eres único/a. Eres especial. Eres la perfecta creación de Dios.
Y si eres mujer, eres aún más superior y más perfecta. Amate, respétate, quiérete.
Si te perdonas a ti mismo o ti misma sabrás que Dios vive dentro de ti.
Si has hecho esto y te sientes
preparado o preparada para dar el siguiente paso respira profundo y entra en
ese estado de oración y tranquilidad. Dios siempre ha estado contigo. Nunca te
ha soltado de su mano. Él quiere que le hables el día de hoy pero también quiere
hablarte a ti en este día. Con gran paz, y con gran sinceridad entrégale a Dios
todas esas cosas que no te están dejando vivir en paz y medita esta oración.
Señor mío, Dios mío.
Amado mío...
El día de hoy vengo necesitado de ti. El día de hoy vengo
sediento de ti.
Quiero entregarte Señor todo aquello que me lastima y no me
deja vivir en paz.
Quiero entregarte Señor mis errores y todas aquellas personas
que me han lastimado.
Sé que yo personalmente muchas veces he caído y te he fallado
pero tú también me has lastimado.
Muchas veces he sentido que me has abandonado y he dudado de
tu amor y de tu existencia. Pero el día de hoy aquí me tienes rendido/a a tus
pies.
Ya no puedo caminar. Mis fuerzas se han agotado.
Me siento solo/a, y lastimado/a. Me siento perdido/a.
Señor, ayúdame a perdonar. Ayúdame a empezar de nuevo. Sáname
Señor.
Quiero amar como tú amas, y perdonar como tú perdonas.
Quiero ser libre como tu Espíritu es libre.
Señor, sé que no soy perfecto, mas sin embargo sé que el no
serlo me hace serlo.
El día de hoy me entrego a ti por completo y me abro a tu
gracia y bondad.
El día de hoy me entrego a tu amor.
Gracias Señor por ser mi amado, gracias Señor por siempre
velar por mí.
Te amo Señor, lléname siempre de ti.
Amen.
Ahora
deja que Dios te hable a tu corazón…
Mi niño/a, te amo tanto. He esperado este momento desde hace
mucho.
Nunca me he separado de ti. Tú eres, mi más grande amor.
Sabes, estoy muy orgulloso de ti. El mundo no sería igual si tú
no estuvieras aquí.
Perdóname si en veces no me he dejado sentir. Perdóname si en
veces parece que me marchado. Quiero que sepas que siempre he estado contigo.
Quiero que sepas que nunca te he abandonado.
Mi niño/a hermoso/a, eres mi más grande amor. Te llevo
tatuado/a en la palma de mi mano.
No hay nadie como tú. Eres especial, eres único/a. Eres mi príncipe/mi
princesa.
Nunca olvides cuanto te amo. Nunca olvides que tan orgulloso
estoy de ti.
Nunca olvides que vivo perdidamente enamorado de ti.
-
Tu
Papá que te ama Individualmente más que a nadie en este mundo,
Dios
Wednesday, July 15, 2015
El llamado de un Papa
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Esto me hizo pensar en que tan curioso es que nosotros como
católicos nos preocupamos tanto por cosas tan superficiales que nos olvidamos de cuidar y proteger a los más necesitados y oprimidos. Nos olvidamos de Dios por cosas de Dios, y nos encerramos en nuestro mundo y en nuestra burbujita de cristal. Preferimos llevar una fe vana y sin vida que una llena de la presencia de Dios. Rezamos, rezamos y rezamos pero a la hora de la hora somos como Herodes que no quiso ponerse en marcha para ir a adorar a Jesús, aquel rey que había nacido.
Miren, su Santidad el Papa Francisco
recientemente termino su viaje por América Latina el cual había iniciado desde
el pasado 6 de Julio del 2015 y que concluyó el 12 de Julio del mismo año. En
este viaje, el Sumo Pontífice visito los países de Ecuador, Bolivia y Paraguay;
Y como había de esperarse, el Papa no pudo ocultar su sonrisa y se mostró feliz
de haber podido regresar a América Latina de donde es proveniente. A lo largo
de toda la semana que duro su visita en el continente Americano, El Papa de los
pobres como muchos le llaman, celebro numerosas misas, y dio múltiples
discursos.
El Papa en su discurso inicial al llegar a
Ecuador nos recordaba lo que les acabo de decir. Él decía: “Nosotros, los cristianos, identificamos a
Jesucristo con el sol, y a la luna con la Iglesia y la Luna no tiene luz propia y si la Luna se esconde del Sol se vuelve oscura. El Sol es Jesucristo
y si la Iglesia se aparta o se
esconde de Jesucristo se vuelve oscura y no da testimonio.” Muchos de nosotros creyentes nos hemos
apartado de Dios y hemos dejado que la Luz de Cristo que nos envolvía se
apague. Es por eso que tenemos nuevamente que convertirnos y dejarnos abrazar
por ese Dios de amor que derrama sus bendiciones sobre nosotros y nos hace
vibrar al llenarnos de amor y felicidad.
Dejemos a un lado
tantas críticas y peleas, solo así nos podremos abrazar todos como hermanos y
hermanas en el amor. Pero si no lo hacemos, si criticamos, si juzgamos, si
peleamos, si nos alejamos de la luz, nos volvemos egoístas. Caemos en el mismo
juego de tantas personas capitalistas que solo se preocupar por obtener dinero
sin importar la explotación de tantas personas pobres y marginadas. Caemos como
lo dice el Papa Francisco en el juego del descarte. Esclavizamos el corazón. “Porque todos sabemos
que en el mundo hay tantos lazos que nos atan el corazón y no dejan que el
corazón sea libre: la explotación, la falta de medios para sobrevivir, la
drogadicción, la tristeza, todas esas cosas nos quitan la libertad.”
El ir a la
iglesia, el ir a misa, el rezar no sirve de nada si no ponemos en práctica lo
que predicamos y escuchamos. No solo se trata de rezar, comulgar e ir a retiros
si vivimos en una iglesia encerrados sin salir y sin predicar el evangelio a
base de nuestras acciones. Hay tantas personas que mueren de hambre cada día. Y nuestras oraciones no les darán de comer. Hay tantas personas que dependiendo el tiempo mueren de frio o calor. Hay
tantos hermanos y hermanas inmigrantes que tienen que escapar de su país natal
enfrentándose a tantas adversidades que ni nos podemos imaginar pero los
hacemos sentir como basura al llamarlos ilegales, esto sin darnos cuenta que
todos somos uno solo. Todos formamos parte de la raza humana. Tal vez suena
fuerte todo lo que les digo pero no soy el único que lo piensa. En su viaje a
Paraguay el Papa dijo: “Por mas misa de los domingos, si no tenés un corazón
solidario, si no sabes lo que pasa en tu pueblo, tu fe es muy débil o es
enferma o está muerta. Es una fe sin Cristo, la fe sin solidaridad es una fe
sin Cristo, es una fe sin Dios, es una fe sin hermanos.”
Si queremos vivir una fe sin hermanos, demos no cuenta que también somos unos huérfanos. Unos huérfanos, porque no tenemos madre. Ni madre, ni padre, ni seres queridos a quienes cuidar y proteger con el amor y trato afectivo que proviene de Dios. Es por eso que yo hoy con un fuerte grito interior me reto y nos retó a todos a que vivamos siempre en el amor. Lo he dicho antes pero lo vuelvo a repetir. Cualquier cosa que no sea amor no existe. Pero si eres una de esas personas que tiene un amor enfermizo dentro de sí, deja ya de ser tan egoísta y no discrimines más. No te quieras creer superior a alguien más pues puede ser que algún día necesites de ellos. Hay que darnos cuenta ya que no podemos seguir creando divisiones, ni rencores, ni guerras, ni peleas. No podemos seguir criticando, juzgando, oprimiendo, o aislando. No podemos discriminar, ni ser racistas, ni sexistas. No podemos pensar que nuestras acciones no afectan a otros cuando todos estamos íntimamente relacionados los unos con los otros.
Tenemos que vivir anhelando y luchando por un mundo unido. Un mundo donde cristianos, musulmanes, budistas, islámicos e hindús podamos todos juntos sentarnos a la mesa a comer como hermanos y hermanas del amor. Un mundo donde los inmigrantes, los pobres, los oprimidos, los aislados, los discriminados, los juzgados, los rechazados y tantas personas oprimidas y explotadas ocupen el lugar central de la sociedad junto con tantas y tantos niñas y niños abandonados y tantos ancianos olvidados. Tengamos todos uno anhelo de esperanza, un anhelo de paz, un anhelo de perdón, un anhelo de amar, un anhelo de unidad.
En la homilía que dijo el Papa Francisco en Quito, Ecuador durante la santa misa dijo que “El anhelo de unidad supone la dulce y confortadora alegría de evangelizar, la convicción de tener un inmenso bien que comunicar, y que comunicándolo, se arraiga; y cualquier persona que haya vivido esta experiencia adquiere más sensibilidad para las necesidades de los demás (cf. Evangelii Gaudium 9). De ahí, la necesidad de luchar por la inclusión a todos los niveles, luchar por la inclusión a todos los niveles evitando egoísmos, promoviendo la comunicación y el diálogo, incentivando la colaboración. Hay que confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin desconfianzas. «Confiarse al otro es algo artesanal, porque la paz es algo artesanal» (Evangelii Gaudium 244), es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica. Y esto a costilla de los más pobres, de los más excluidos de los más indefensos, de los que no pierden su dignidad pese a que se la golpean todos los días. Esta unidad es ya una acción misionera «para que el mundo crea». La evangelización no consiste en hacer proselitismo, el proselitismo es una caricatura de la evangelización, sino evangelizar es atraer con nuestro testimonio a los alejados, es acercarse humildemente a aquellos que se sienten lejos de Dios y en la Iglesia, acercarse a los que se sienten juzgados y condenados a priori por los que se sienten perfectos y puros, acercarnos a los que son temerosos o a los indiferentes para decirles: «El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor» (Evangelii Gaudium 113). Porque nuestro Dios nos respeta hasta en nuestras bajezas y en nuestro pecado. Con qué este llamamiento del Señor, con qué humildad y con qué respeto lo describe en el texto del Apocalipsis: “Mira, estoy a la puerta y llamo, si quieres abrir” No fuerza, no hace saltar la cerradura, simplemente toca el timbre, golpea suavemente y espera, ese es nuestro Dios.”
Dios es un Dios de amor pero nosotros lo hemos distorsionado. Nos enfocamos más en que somos pecadores, malos, e inútiles que se nos olvida que somos llamados a ser sacerdotes, profetas y reyes. Se nos olvida que Dios nos adquirió de un linaje elegido al más alto precio. Se nos olvida que estamos llamados a la Santidad. Más aún se nos olvida que la santidad la llevamos dentro y solo hace falta manifestarla. Vivimos atrapados en una era del tiempo donde tenemos al dios de la inquisición, y no al Dios que es amor. Hemos distorsionado a Dios al mismo nivel que lo hemos hecho con nuestras vidas, las vidas de los demás, y el medio ambiente. El medio ambiente y a nuestro planeta la tierra también lo hemos descartado. Esto por unas cuantas personas que se creen dueñas de algo que no les pertenece. Se han adueñado de los animales, los bosques, el petróleo, y elementos naturales incluyendo metales y piedras preciosas. Hemos acabado con tantas especies de animales hermosos que antes caminabas en nuestro planeta y nos hemos olvidado nuevamente de lo que en verdad se nos encomendó hacer. Nuevamente el Papa Francisco en este viaje que hizo a América Latina nos dijo que “Ya desde el Génesis, Dios le susurra al hombre esta invitación: cultivar y cuidar. No solo le da la vida, le da la tierra, la creación. No solo le da una pareja y un sinfín de posibilidades. Le hace también una invitación, le da una misión. Lo invita a ser parte de su obra creadora y le dice: ¡cultiva! Te doy las semillas, te doy la tierra, el agua, el sol, te doy tus manos y la de tus hermanos. Ahí lo tienes, es también tuyo. Es un regalo, es un don, es una oferta. No es algo adquirido, no es algo comprado. Nos precede y nos sucederá. Es un don dado por Dios para que con Él podamos hacerlo nuestro. Dios no quiere una creación para sí, para mirarse a sí mismo. Todo lo contrario. La creación, es un don para ser compartido. Es el espacio que Dios nos da, para construir con nosotros, para construir un nosotros. El mundo, la historia, el tiempo es el lugar donde vamos construyendo ese nosotros con Dios, el nosotros con los demás, el nosotros con la tierra. Nuestra vida, siempre esconde esta invitación, una invitación más o menos consciente, que siempre permanece. Pero notemos una peculiaridad. En el relato del Génesis, junto a la palabra cultivar, inmediatamente dice otra: cuidar. Una se explica a partir de la otra. Una va de mano de la otra. No cultiva quien no cuida y no cuida quien no cultiva. No sólo estamos invitados a ser parte de la obra creadora cultivándola, haciéndola crecer, desarrollándola, sino que estamos también invitados a cuidarla, protegerla, custodiarla. Hoy esta invitación se nos impone a la fuerza. Ya no como una mera recomendación, sino como una exigencia que nace «por el daño que provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en la tierra. Hemos crecido pensando tan solo que debíamos “cultivarla” que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados quizás a expoliarla... por eso entre los pobres más abandonados y maltratados, que hay hoy día en el mundo está nuestra oprimida y devastada tierra” (Laudato si’ 2).”
Es hora de que nos levantemos y luchemos por lo que verdaderamente vale la pena. Cuidemos, amemos y respetemos nos los unos a los otros. Velemos por nuestra casa común que es la tierra y no nos cansemos de hacer el bien. Aun cuando te enojes, ten en cuenta que pronto pasara. Solo sonríe y da amor. La clave de todo es el amor.
Mis queridos y amados jóvenes. Compañeras y compañeros míos, seamos protagonistas. Nosotros somos los que podemos hacer el cambio en este mundo. Dios es quien nos sostiene. Dios es quien nos da la fortaleza de seguir luchando día con día. Dijo el Papa Francisco que “Conocer a Dios es fortaleza, o sea, conocer a Dios, acercarse a Jesús es esperanza y fortaleza; y eso es lo que necesitamos de los jóvenes hoy: jóvenes con esperanza y jóvenes con fortaleza, no queremos jóvenes debiluchos, jóvenes que están “ahí no más”, ni sí ni no, no queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados, con cara de aburridos. Queremos jóvenes fuertes, queremos jóvenes con esperanza y con fortaleza ¿por qué? porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios, porque tienen un corazón libre.”
Jóvenes, hagamos lio. Dejemos ver que somos el presente del hoy y no el futuro de mañana y pongamos en práctica el lio que nos dice nuestro Papa.
“¡Hagan lío! pero también ayuden a arreglar y
organizar el lío que hacen. Las dos cosas ¿eh? Hagan lío y organícenlo bien. Un
lío que nos dé un corazón libre, un lío que nos dé solidaridad, un lío que nos
dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios a
quien conocí es mi fortaleza. Ese es, debe ser, el lío que hagan.”
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