¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice…! “¡Ya reina tu Dios!” (Isaías 52: 7)
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Uno de los actos más comunes en este tiempo de
Cuaresma es ver a personas que dejan de usar las redes sociales, dejan de tomar
gaseosa, y muchas otras dejan de comer cosas como dulces.
Al meditar yo en que haría esta Cuaresma, se
me vino a la mente algo muy sencillo.
No, no dejaría Facebook ni las redes
sociales.
No, no dejaría de ver televisión.
No, no dejaría de escuchar música.
No, no dejaría de escuchar la radio.
Y no, no dejaría ni la gaseosa, ni los
dulces, ni las papitas.
Lo que yo haría sería algo sencillo y tal vez
insignificante pero que para mí incluye un gran simbolismo.
Muchas veces decimos a otros que no podemos entender a alguien hasta que
no te pones en sus zapatos. Incluso, tal vez alguien hasta te lo ha dicho a ti.
Pues bien, eso es lo que yo quiero hacer esta Cuaresma. Yo quiero entender a Jesús,
yo quiero parecerme a Jesús, yo quiero imitar a Jesús. No quiero ser Jesús,
pues soy original y me amo como soy, pero quiero imitar sus cualidades, su
amor, y su santidad.
Es por eso que he decidido ponerme las sandalias. No, no son las
sandalias que Jesús uso, pero si, si son las sandalias que yo usare para tratar
de alcanzar la santidad.
Esta Cuaresma para entender, parecerme e imitar a Jesús yo solo usare
sandalias. No importa que traiga jeans o pantalones de vestir. No importa que
ande vestido casual o con esmoquin desde hoy hasta Pascua solo usare sandalias.
Es que ponerme en
las sandalias de Jesús me invitan a preocuparme por los pobres, por los
necesitados, por los marginados, por los aislados, por los oprimidos, por los
discapacitados, por los segregados, por los dominados, y por todos aquellos a
quienes la sociedad ha rechazado. El ponerme las sandalias de Jesús me motiva a
ser mejor persona cada día. A luchar por los derechos de los demás. El ponerme
en las sandalias de Jesús me lleva a tratar de hacer de este mundo un mejor
lugar donde vivir, y no solo eso, si no tener compasión del pueblo que sufre.
Dios es “el Dios de los pobres, el Dios humano y
sencillo, el Dios que suda en la calle, el Dios de rostro curtido.” Dios es “el
Dios obrero, el Cristo trabajador.”
Yo te invito el día de hoy, que así como yo, te pongas las sandalias;
las sandalias de Jesús. “Ponte las sandalias de Jesús para aprender a caminar
sin miedo, ponte las sandalias de Jesús que son la luz para llegar al cielo.
Busca los caminos del amor, pídele a Dios que te limpie el sendero, el camino
por las sendas donde encontraras amor... Busca las sandalias de Jesús, El las
dejó para guiar nuestros pasos. Ponte las sandalias de Jesús y caminemos todos
tomados de las manos.
Busca las sandalias de Jesús que dejaste una vez en el baúl del tiempo,
cúbrete con ellos al andar y pisotea la maldad” la maldad del odio, del
racismo, de la discriminación, de la vanidad, de las injusticias, de la
pobreza, de la mentira, de la corrupción, de la violencia, de la desigualdad,
de la contaminación, de la ignorancia, de las divisiones, y de las guerras. “Conviértete
en ejemplo.”
¡Ponte las sandalias, las sandalias de Jesús!
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